martes, 19 de agosto de 2014

Salud Pública y el cigarro electrónico



EL CIGARRILLO ELECTRÓNICO

Es sencillamente, un dispositivo compuesto de una batería, un depósito con líquidos y un atomizador. Estos cigarrillos liberan vapor o “humo artificial” para simular el acto de fumar tabaco. Sus efectos sobre la salud generan muchas dudas todavía.

Al aspirar o succionar el cigarro electrónico se activa eléctricamente el atomizador que calienta los productos del depósito evaporando la solución acuosa y los componentes como “humo o vapor”.

El contenido líquido tiene una composición muy variada dada la amplia oferta que existe en el mercado. La mayoría contiene propilenglicol ( alcohol que produce el efecto de humo), glicerol (aditivo alimentario que potencia el sabor), aromas y, en algunos casos nicotina.

La toxicidad de estas sustancias no está suficientemente documentada. La nicotina es claro que es una sustancia tóxica y adictiva.

La eficacia de estos dispositivos para dejar de fumar no ha sido científicamente demostrada. Es más puede tener incluso un efecto contrario al de abandonar el tabaco por su efecto reforzante con la variedad de sabores, el diseño y la falsa imagen de seguridad que están proyectando.

Está prohibida su dispensación a menores de 18 años según la nueva modificación de la ley 28/2005. Y también se prohíbe su uso en Centros y dependencias de las administraciones públicas; centros sanitarios (en su interior y al aire libre); en centros docentes y formativos; medios de transporte público, ferroviario, marítimo y vuelos; en recintos cerrados para el esparcimiento de menores, parques o zonas de juego para la infancia.


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